CAPÍTULO 2.


{HELANE}


Llevábamos casi dos horas allí plantadas, toda la gente se había ido y me dolía hasta respirar. La noche era fría y me entretenía viendo el baho que desprendía mi boca, intentando que me saliera alguna “o”, pero sin resultados. Miré a Gin y a Claire, apoyadas en la pared de enfrente, robando wifi del edificio desde sus Ipods. Suspiré.

-Deberíamos irnos, está claro que no van a salir. - se rindió Claire, encorvándose hacia atrás para estallar la espalda.

-Ni hablar. - me crucé de brazos.- Yo no me muevo de aquí. Es mi primer concierto y pienso salir por la puerta grande.

-Claire tiene razón, Hel, vámonos, no van a aparecer, seguro que ya se han ido y ahora mismo están arropaditos en sus camas del hotel. - Gin se frotó los brazos al recordar el calor de su cama.

-No.

Y ahí se acabó la conversación. Sabían lo cabezota que era y estaban demasiado cansadas para seguir discutiendo, así que siguieron navegando por la red para entretenerse mientras se me pasaba el berrinche. El lugar se llenó de silencio y cada vez hacía más frío. Me calenté los dedos con mi aliento y me ajusté bien el gorro.

Como me gustaba el frío. Empecé a tararear “Astronaut” mientras jugueteaba con las piedras que encontraba por el suelo y de repente hoy unos murmullos al otro lado del portal.

-Mirad, cuantos papeles han lanzado.

Los ojos se me pusieron como platos y el corazón comenzó a bombear tan rápidamente y tan de repente, que me empecé a marear. El estómago empezó a burbujear haciéndome sentir fatal. Chuck. Chuck Comeau, el mismo.

-Joder, debe de haber como unos treinta.

Jeff.


-Sara, Macarena, Claudia – oí como Chuck intentaba pronunciar bien los nombres, trabándose unas cuantas veces.

Miré a mis dos amigas, esperando ver caras de sorpresa, pero estaban sumergidas en su música y en el Twitter. Gini se dio cuenta de que la observaba y me hizo una foto, al comprobar mi cara en su Ipod, me miró buscando respuestas, con una ceja levantada. Le hice una seña para que se quitara los cascos y escuchara, y tan pronto como lo hizo su cara calcó la mía.

-Son ellos. - vocalizó y le dio un leve codazo a Claire, esta la miró y se sacó los cascos. - Escucha. -susurró.

-Merce, Jenny. Os queremos. - dijo esta vez la voz de David. - Mira, han hecho un dibujo de mí. - hubo una breve pausa. - No han sabido captar mi belleza.

Todos comenzaron a reírse y miré al cielo para comprobar que no eran ángeles que bajaban cantando. Luego, comprobé la cara de Claire. Sí, tan sorprendida como nosotras. Se oían más murmullos y pasos, papeles abrirse y más murmullos y risas. Noté como las lágrimas se agolpaban en mis ojos, luchando por precipitarse por mi cara. Eran ellos y estaban a solo una chapa de metal de mí. No pude evitar levantarme y pegarme al portal para escuchar mejor sus voces.

-“ I still have your underwear. Do you want it?” - leyó Pierre.

Las tres nos miramos, a punto de llorar. Las tres ansiábamos llamarles o golpear el portal, pero no éramos capaces, estábamos paralizadas, con todos los músculos agarrotados de la emoción, el frío y el cansancio.

-¿No pone ningún nombre?

Intenté hablar, decir que estábamos ahí, que éramos nosotras, pero de mi boca solo salió una muralla de baho.

-Mmmm, no. Espera...¡Aquí! Pone...Virginia, Claire y Helane.

Respiré hondo, apreté los puños y junté toda mi energía en la garganta. Tenían que saber que estábamos allí.

-¡A-quí!

Un hilo de voz salió de mi interior, silenciando el lugar. Ya no se oían murmullos, ni pasos, ni siquiera mi respiración. Y entonces, el portal se abrió y vi la sorpresa, antes presente en nuestros ojos, ahora presente en los más bonitos del mundo.

{CHUCK}

Tres chicas. Solo una para mí: Tenía el rímel un poco corrido por las lágrimas, el pelo largo, muy negro y algo rizado. El flequillo recto la hacía más dulce de lo que ya era, tenía la nariz, las mejillas y hasta la punta de los dedos rosadas a causa del frío que hacía aun que fuera verano. Era alta, pero aun así se veía frágil y sus ojos eran brillantes, decorados con largas pestañas. No pude apreciar el color, pero seguro que era la mezcla de tequila y unas cuantas gominolas.

-Ho-ho-la.

Su voz me recordaba a mi hogar en Québec.

-¡Hola! Creía que ya no quedaba nadie. - contestó Pierre con su alegre sonrisa de siempre. - ¡Dios, os debéis de estar muriendo de frío, venid!

Las chicas dudaron antes de entrar, pero Pierre pasó el brazo por los hombros de la chica haciéndola entrar y las otras dos la siguieron. Entramos en el edificio y Sebastien calentó unos cuantos cafés en el destartalado microondas de la minicocina del backstage. Nos sentamos en los sofás viejos que allí había y yo seguía sin quitar la mirada de aquella chica, que seguía al lado de Pierre.

-A ver si adivino...- Pierre torció la boca, mientras pensaba, luego, señaló a la chica y dijo: - ¡Claire!

Pero otra de las chicas levantó la mano, algo tímida. Tenía el pelo castaño y ondulado.

-Tu sentido arácnido falla, Bouvier. - rió David, que tenía el brazo extendido en el respaldo del sofá, por detrás de esa chica.

Sebastien se acercó a nosotros con una bandeja llena de tazas calientes. Una columna de humo se elevaba hasta desparecer en el aire frío. Al bajar la mirada del techo, me encontré con la suya. Gominolas y tequila. Me sonrió, haciendo que casi me tire el café por encima.

-Soy Helane.

Dejé de respirar al escuchar su voz otra vez. Helane.

-Pero me llaman de muchas formas: Lane, Hel, Lennie. Mi padre me llama Mars.

- ¿Mars? - pregunté sin darme cuenta. Me volvió a mirar y yo volví a dejar de respirar.

-Sí, porque dice que vengo de Marte. - se encogió de hombros y acto seguido, sopló la humareda de su tazón. - No me parezco ni a él ni a mi madre en cuanto a la personalidad.

Al acabar de repartir todos los cafés, Seb se sentó a mi lado, calentándose las manos con el suyo. Al volver la mirada al frente, vi que Helane le observaba y cuando él le devolvió la mirada, ella bajó rápidamente la suya hacia su café. Me dieron unas ganas terribles de tirarle el mío por encima a mi amigo, pero me contuve y me lo bebí.

-Bueno, aun no estoy borracho, así que supongo que no me equivocaré. - bromeó David. - Tú eres Virginia, ¿no?

La otra chica de pelo negro asintió y con la mano que tenía libre se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, algo sonrojada.

-Y ya que hablamos de emborracharse, ¿que tal si vamos a tomar algo por ahí? - propuso David. Miró su taza de café. - Esto no calienta el cuerpo como un buen chupito de tequila.

Tequila. Helane sonreía y se divertía. Observé como sus ojos se achinaban cuando sus comisuras se curvaban en una parábola perfecta y como daba pequeños sorbitos a su café dejando marca de pintalabios morado en la taza. Seb me dio un codazo.

-Oye, tío, luego, vas a fregar tú el suelo, que las babas lo dejan todo pegajoso.

-Oh, cállate.

Me levanté y dejé la taza vacía en el fregadero y todos hicieron lo mismo que yo. La mano de Helane rozó la mía entre tantos tazones y la sangre me comenzó a hervir en las venas.

Observé como andaba, como se subía la cremallera de la chaqueta, como se ajustaba el gorro y como se echaba toda la melena hacia un lado. Luego, como sonreía a Pierre y este le volvía a pasar el brazo por los hombros. Como se miraban a escasos centímetros, como respiraban el aliento del otro.

-¿Estamos listos? - preguntó David, calándose el sombrero en su cabeza.

-Listísimos. - murmuró Pierre sin apartar la vista de Helane.

-¡Tequilaaaa! - gritaron al unísono David y Jeff.

Algo que nunca había sentido se apoderó de mí y sin ser consciente, pasé mi brazo por los hombros de Claire, acercándola a mí y exclamé:

-¡Yo invito!





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